viernes, 9 de marzo de 2018

Mono

Sudores fríos. Mi organismo reclama ese elemento que le falta para funcionar correctamente. Se ha hecho a la nueva situación, busca sin parar una forma de alterar su estado natural o normal. Partículas invisibles al ojo humano que tienen un efecto inmenso en entes mucho mas grandes que el mismo.
Es de noche, y el techo me saluda de una forma irónica. Como congelado mirándome, el blanco que se presenta ante mis ojos me hace sumergirme en lo mas profundo de mis pensamientos. Solo un poquito más. Una dosis más que me haga calmarme. Respirar la sencillez, la calidez, incluso la felicidad. Mis neuronas se agolpan como una cola de personas impacientes, esperando recibir otro impulso eléctrico que traslade mas droga a mi cerebro.
Todo empezó tonteando con una sustancia que no parecía peligrosa. Incluso me elevaba por encima de la estúpida realidad. No se, pero esa sustancia hizo que me creyese algo.
En un plano remoto espero a que el mono cese, pero no para. Me golpea la cabeza a cada latido de mi corazón. No me deja pensar claramente, no puedo elaborar pensamientos complejos, ni teorías validas. Estoy empezando a no aguantar a la gente, no puedo pararme a pensar lo que me falta. Tal vez no ahora, pero volverá y con ella su sonrisa que me droga.

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