viernes, 23 de marzo de 2018

Persona 1

Un bastón tantea el suelo con cuidado, las baldosas deslizan la bola de la punta del bastón como buscando obstáculos que esquivar. Alrededor, tan solo ruido, ruido del metro saliendo de la estación, el ruido de la gente hablando, compartiendo impresiones de la vida cotidiana. Una señora con un niño pequeño, trata por medio de indicaciones asertivas, agarrarle de la mano para asegurarse que no eche a correr. Unos turistas tratan de dilucidar la salida que tienen que coger para visitar aquello que buscan. Una empleada del metro trata de comunicarse con alguien que se encuentra al otro lado de un walkie-talkie. A todos estos sonidos de la vida corriente los acompaña una oscuridad inmensa, oscuridad que la acompaña desde que nació.
En el otro extremo del bastón se encuentra una mujer. Intenta hacer vida normal pero tienes sus limitaciones, aun así a adaptado su vida a las posibilidades que su físico le da. Todas las mañanas se monta en el metro y presta atención a la voz que indica la próxima estación, aunque lleva tanto tiempo haciendo el mismo recorrido que se lo sabe de memoria. Aun así le da seguridad y le reconforta que una voz le indique donde se encuentran en cada momento. Cuando llega la estación nota que la gente hace especial ademán en dejarla pasar e incluso la acompañan hasta la puerta para no tropezarse con nada.
Baja tantas veces en la misma estación que tiene medida la distancia que existe entre el vagón y el anden, que siempre comprueba con su bastón blanco. Cruza la puerta del vagón y se encamina, como siempre a la derecha, intentando por medio del tacto del bastón buscar llegar a las escaleras que la sacan del metro.
Hoy está contenta porque sus amigas la van a sacar a tomar algo después del trabajo. Trabaja en una panadería propiedad de una familia humilde de la otra parte de la ciudad. Desde que conoció a la familia, entablaron una buena relación y estos le proporcionaron un trabajo acorde con sus capacidades. Su trabajo consiste en amasar bien el pan y darle forma, luego deja las barras de pan cerca del horno, y la mujer de dicha panadería se encarga de meterlas al horno. Sabe perfectamente que no es el trabajo soñado por ella, ni mucho menos, aun así este trabajo le permite sacarse un dinero mientras se siente útil. Además el apoyo que obtiene por parte de la familia de la panadería es inmejorable.
Llega el fin de la jornada y esta vez se encamina a la parada de autobús, que hace el recorrido mucho más rápido que el metro aunque no tiene un aviso por voz de la parada que viene a continuación. la sensación que le embriagaba en ese momento era felicidad. Ha terminado su jornada laboral y se encamina a casas lo mas rápido posible para cambiarse y poder quedar con sus amigas. La emoción la superaba e intentaba andar lo más rápido posible sin descuidar por donde pisaba gracias a su bastón. Con una media sonrisa baja del autobús despacio, después de que el conductor le indique que esa era su parada.
Lo que mas le cuesta es localizar el bordillo de la acera para poder pisar correctamente, era el momento más duro para ella, la carretera al tacto del bastón era toda igual. De pronto, una voz de un chico desconocido hace acto de presencia en sus sentidos. "Perdona, te he visto en el autobús y no he podido evitar ofrecerte mi ayuda ¿Quieres que te acompañe a algún lado?"
¿Podía ser un día mejor? No solo es el inicio de un fin de semana que promete, al menos el viernes saliendo con sus amigas. Pero recibir ayuda inesperada a pie de calle no lo esperaba. En una sociedad que nadie mira mas allá del extremo de su nariz, un chico se siente incomodo al verla desorientada buscando la acera y le ha prestado su ayuda.
"No te preocupes, mi portal esta unos metros mas arriba en esta misma calle", le dice tratando de dar una apariencia de autosuficiencia. "Yo tengo que ir por esta calle así que voy a acompañarte hacia arriba".
A pesar de que el bastón es todo lo que necesita para orientarse en la calle, notar la mano de una persona, aunque sea desconocida, agarrándola del brazo con mimo e indicándola cuales son las mejores secciones de la acera para caminar tranquila, le hacia sentirse reconfortada y segura.
El portal era el punto donde estas dos personas dividían sus trayectos, una pena que nunca mirar a los ojos a esa persona para dar los agradecimientos mas sinceros.
Esperaba una tarde animada, hacia bastante tiempo que no estaba con sus amigas cenando o al menos con el suficiente tiempo para contar cotilleos. Sabía que su historia iba a ser la del desconocido que le le ha ofrecido una ayuda altruista.

La realidad se conforma entorno a nosotros, nosotros decidimos como tratamos esa realidad y que capacidades tenemos para valorarla. 

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